14 de Febrero, a mi siempre me ha gustado celebrar San Valentín, así de moñas soy, pensar lo que queráis pero soy una romántica empedernida y me encanta. Nunca había pensado en que esa fecha pudiera tener otro significado.
Pero desde octubre de 2014 celebro este día con otro tipo de amor, uno muy fuerte, un corazón de verdad, el día internacional de las cardiopatías congénitas.
Cuando te dicen que tu hijo tiene una cardiopatía congénita no te lo crees, no llegas a entender que ha pasado, que has hecho mal en el embarazo, cual ha sido la causa, por qué te toca a ti, a nosotros, a él.
Al principio aunque te lo explican te invade una tristeza y una rabia enormes, después no quieres contárselo a nadie, quieres esconderlo porque en el fondo no aceptas que algo vaya mal.
Afectan a 8 de cada 1000 niños nacidos, la mayoría son leves y solo precisan revisiones, otras necesitan ser intervenidas una vez, pero las más graves necesitan varias intervenciones incluso hasta que los afectados son adultos.
A nosotros nos dijeron que necesitaría una cirugía no más, pero claro a tu hijo aunque le tengan que operar de lo más mínimo se te hace un mundo... no sabes si podrás con ello.
A eso le añadimos un ingreso de una semana por una insuficiencia cardiaca, tienes que administrarle medicinas hasta la operación ( a tu bebé), aprenderte nombres de medicinas impronunciables (lo de Hidroclorotiazida me costó lo mío) entender las ecografías como si fueran sumas sin llevar y todo un mundo en el que te adentras sin querer para que tu hijo esté lo mejor posible.
Tuvimos la suerte enorme de que a Samuel le llevaron dos cardiólogas fantásticas a las que nunca podré agradecer lo suficiente todo lo que se han preocupado por él, Maite me hizo una experta en cardiología en cada ecografía.
Poco a poco fuimos entendiendo que no pasaba nada por contarlo, que el apoyo ayudaba mucho, el de la familia, el de los amigos, porque aunque intentas hacer una vida normal no puedes completamente, no puedes estar en sitios con mucha gente, ni que se le acerque nadie que esté un poco enfermo, lavarte las manos hasta llegar a ser obsesivo, y obligar a los que entran por la puerta a que lo hagan aunque no vayan a coger al niño. Prácticamente dejas de salir de casa y eso hay gente que no lo entiende.
Una de las cosas que más me ayudaron fue poder hablara con gente en la misma situación, Tamara que fue la primera mamá que conocimos con una hija cardiópata fue un gran apoyo yo siempre le preguntaba de todo y hay una fundación de la que nos hablaron y de la que nos hicimos socios que asesora sobre todo lo que necesites antes, durante y después de la cirugía Menudos Corazones se llama y os aseguro que hacen una labor increíble. También la página Cardiopatiascongenitas nos fue de gran ayuda porque te explica todo fenomenal con dibujos y todo y creerme que es difícil entender y sobre todo explicárselo a la gente.
El día que te dicen que ya estamos listos para operar te vienes abajo, llevas mucho tiempo esperando pero en el fondo no quieres que llegue.
Al final los malos ratos de medicinas y hospital en nuestro caso merecieron la pena, Samuel ahora está como se suele decir "como un toro" y nosotros muy contentos de verle crecer bien y feliz.
Con esta entrada sólo quería pediros que si celebráis San Valentín lo sigáis haciendo, porque eso es señal de que os encanta el amor pero que a partir de ahora este día os acordéis de todas esas personitas que tienen un corazón enorme aunque un poco estropeado pero que tienen todo el amor del mundo para curarlo. Y que celebréis también toda la fuerza que tienen esos corazoncitos.
"A donde quiera que vayas, ve con el corazón" (Confucio)
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